Eres tú mi amanecer, la más
grande de mis cosas.
Aunque ocupes poco
espacio, todo lo llenas, todo lo abarcas.
Ni una sola mañana me
despierto sin una de tus sonrisas y juego a soñar que pasará por tu mente, aún
virgen de maldad, de vicios sociales y de lenguaje.
Me doy cuenta de que ya
nada me importa excepto tú. De que todo puede esperar si necesitas mi atención
y mi presencia a tu lado.
¿Qué importancia tiene lo
demás si no puedo verte? ¿Qué peso y forma los problemas si todo se olvida con
una sola de tus caricias?
Me doy la vuelta y estás
ahí tumbada, sobre las sábanas blancas, oliendo a nuevo, pero no como un coche
o una camisa recién planchada, sino como una vida recién sacada del horno de
Dios.
Te veo a mi lado y cierro
los ojos. Siento que lo soy todo para ti como tú lo eres para mí… y le pido al
Creador que igual que me ha regalado tus manitas, tus pupilas azules y tu boca
sonriente, me sepa guiar en la vida para ser un ejemplo a tus ojos.
No quiero defraudarte, ya
he defraudado a mucha gente antes, pero a ti no. No te mereces ni uno solo de
mis tropiezos.
La verdad es que no sabes
leer, pasará mucho tiempo hasta que entiendas estas palabras, pero yo te ayudaré
a caminar, a correr, a hablar, a nadar, a ser una persona íntegra.
También abriré ante ti mi
universo, el de mis padres y abuelos, el de las cosas que merecen la pena.
Ahí tendrás frente a tu mente sedienta de conocimiento y valores lo incalculable del amor de tu madre, la importancia de un beso o de
un te quiero, el sabor de un libro viejo o el olor del campo abierto cuando ha
llovido.
Sabré caminar a tu lado,
hasta que desfallezca y seas tú la que deba sujetarme al andar.
Sabré quererte sin
descanso, hasta que cierre los ojos para siempre y no quede más de mí que un
recuerdo vaporoso.
Tú serás mi orgullo, la
persona por la que viva alegrías nuevas que ni siquiera aún vislumbro.
Tú serás mi dolor cuando me
pregunte dónde o con quién estarás, cuando
ya no necesites de mí para volar a otro cielo junto a otros brazos.
Pero eso queda lejos,
espero que muy lejos, tan lejos que ni siquiera recuerde que un día de junio
escribí estas palabras para que no las entiendas y para jurarme a mí mismo que siempre
serás mi amanecer y tu sonrisa inocente mi fuerza para continuar adelante.
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